Hoteles de cine The Shining Kubrik

Hoteles de cine: Overlook y el resplandor

Hay pocas cosas más desoladas que un espacio habitado por mucha gente que se queda completamente vacío. Con esta premisa y los decorados siniestros que proporciona un hotel de montaña fuera de temporada, Kubrik construye una historia donde el verdadero terror proviene de los pasillos. ¿Nos suena esta sensación?

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El gran Stephen King

Stanley Kubrik adaptó en 1980 The Shining, la exitosa novela de Stephen King donde el escritor de Memphis retrató su propia experiencia en un hotel semivacío durante un Halloween en el que sucedieron cosas extrañas y sufrió intensas pesadillas. El perfeccionismo de Kubrik se despliega con mucho cuidado en la atmósfera opresiva y trastornada de un escenario real que nos hace entender, hasta cierto punto, por qué el protagonista pierde la cabeza.

Kubrik rodó en decorados, pero también en alguno de los espacios vacíos del Timberline Lodge en el Monte Hood de Oregon, tan impresionantes como siniestros cuando está cerrado. Los personajes se sienten perdidos y solos ante la inmensidad del lugar.

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Espacio y emoción

Las extrañas apariciones como la que llena de antiguos huéspedes la sala de baile, la del barman misterioso o la de las dos gemelas asesinadas se potencian con inteligentes detalles de ambientación como las puertas inmensas por donde brota la sangre o la alfombra más famosa de la historia del cine con sus hexágonos sobre fondo rojo (que, por cierto, está a la venta).

Kubrik establece la relación unívoca que más nos interesa entre espacio y emociones, aunque, en este caso, se trate de una influencia desquiciada. Crea un ambiente de suspense ininterrumpido durante toda la película, ofreciendo al espectador información de lo que está pasando a través de los pasillos intimidantes, las gigantescas lámparas de araña, las escaleras sobredimensionadas, el laberinto fatal y los baños pintados de color bermellón. De hecho, este color se convierte en vehículo de la progresiva locura de Jack Torrance.

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El laberinto del jardín es un clásico espacio creado para desorientar

El clásico recurso de la casa encantada –en este caso se trata de un hotel– se hace más terrorífico al apoyarse en la angustia que expresan los espacios antes que en los fenómenos fantásticos. En nuestra experiencia no hay muchas puertas que chirrían empujadas por fantasmas, pero sí hay lugares que nos han comunicado un cierto malestar y no sabemos explicar por qué. El director nos ofrece con esta cinta otra lección magistral sobre las relaciones entre interiorismo y psicología.

LA ANÉCDOTA

El estudio Gilbert Stanley Underwood proyectó el Hotel Timberlin. Aunque en la novela de King, la habitación encantada es la número 217, el Hotel Timberline Lodge pidió a Kubrik que cambiara el número por una habitación inexistente para no perjudicar sus futuras reservas. En la actualidad, la más demandada del resort sigue siendo la habitación 217.

TEXTO MARCEL BENEDITO

FOTOGRAFÍA CORTESÍA WARNER BROS

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